Historia
Ushizuke Nakamashi ha desembarcado en el puerto de Santos en el año de 1915, donde se mantuvo un rato trabajando como estibador. Como costumbre de la época, las esposas de los inmigrantes japoneses venían de su tierra madre y solo se conocían el las fotografía. Así, Shigue vino del Japón para casarse con Ushizuke Nakamashi.
Alrededor de 1930, Nakamashi visita la bahía de la Isla Grande y percibe la grande cantidad de sardinas. Entonces empieza a explorar la pesca y cámbiase a la playa de Ubatuba, Isla Grande y después a la Playa del Bananal en 1933.
Cuándo llegó al Bananal, esa pequeña comunidad tenía como la principal actividad económica la agricultura familiar. La pesca era ocasional, hecha en pequeñas barquillas o en los bordes.
Ushizuke Nakamashi entonces comienza a quedarse conocido por el nombre João – era común entre los inmigrantes japoneses adoptar un nombre brasileño para facilitar la comunicación – y su esposa, como Maria Nakamashi.
João comienza su negócio, industrializando la sardina para vender a la colonia japonesa en São Paulo. El pescado era ahumado, para el consumo en sopas. Después de algún tiempo, la sardina impieza a ser salada y enlatada. La família crece, la fábrica de sardinas se levanta, lo hijos ayudan en el trabajo. En el año de 1972, el hijo mayor - Iwao Nakamashi - lleva adelante la empresa y levanta un nuevo galpón para la fábrica, más amplio y con maquinas mas modernas. Al final de esa década, la família sufre una grande crisis y el hermano de Iwao - Hirose deja su hijo Paulo cuidando de la familía en São Paulo para ayudar el hermano.
Dos anos después vuelve a São Paulo y Kiyoshi Nakamashi - más conocido como Preto – va a ayudar los padres en el Bananal.
Preto todavía trabajava en la sardina, pero alrededor de los años 80, la actividad ya no se sostenía - inspecciones muy estrictas, reducción de la oferta, competencias de otras regiones del país, nuevas leyes ambientales. En 1987, los Nakamashi, pioneros en la exploración de la sardina en la Isla Grande, cierran las puertas.
En la década de 1990, Preto y su esposa Noriko comienzan a recibir visitantes de São Paulo a través de amigos y familiares en las instalaciones de la vieja fábrica. Amigos de primos, amigo de amigos de amigos - la vieja fábrica empieza a cambiarse.
Los viejos tanques de salazón se convirtieron en habitaciones, camas hechas de bambú. Surge la Pousada do Preto. Un grande punto de encuentro de jóvenes aventureros en un destino aún poco conocido. Además, en aquellas viajes, muchas parejas se han conocido y hasta hoy siguen casados. Y siempre vuelven al lugar donde el amor ha empezado.
Con los años, las instalaciones fueron mejoradas para la comodidad de sus huéspedes, y hasta hoy és una de las hospedajes más acogedoras de toda la Isla Grande.